Para conseguir sacar lo mejor de nosotros mismos de la forma más eficiente, es importante que aprendamos el significado de estos dos términos: aptitud y actitud. Ambos son importantes para nuestro proceso de crecimiento. En equilibrio, nos darán las claves para el crecimiento personal y para conseguir nuestras metas. Son dos términos que tienden a confundirse, por eso es importante aprender a diferenciarlos.
– Actitud: es cómo nos enfrentamos a las cosas, nuestro estado de ánimo. La forman nuestras creencias, nuestros pensamientos, es una forma de actuar determinada, y puede modificarse. En el proceso de coaching, se pretende muchas veces cambiar nuestra actitud en positivo con el fin de alcanzar nuestras metas. Pretendemos dejar atrás actitudes que puedan estar frenando nuestro proceso de cambio y no nos dejen avanzar. La actitud puede mover montañas y convertir situaciones que creíamos imposibles en posibles.
– Aptitud: son las capacidades y los conocimientos que tenemos para hacer determinadas cosas.
Víctor Küppers dice que «las personas somos como bombillas, porque las personas trasmiten». Y sí. Trasmitimos. No somos solo aptitudes. No somos solo lo que sabemos hacer sino que somos mucho más: brillamos con nuestra actitud. Y una buena o mala actitud puede marcar realmente la diferencia entre tú y la mejor versión de ti mismo.
No te conformes con ser solo lo que sabes. La actitud abre aquellas puertas que creíamos no llegar a traspasar nunca. Y los pequeños gestos cuentan. Valorar lo positivo que nos rodea todos los días y a quienes nos rodean nos hará ser mejores, racionalizar, desdramatizar y crecer. Elige amabilidad. Opta por el agradecimiento. Tu actitud marcará la altura que puedes alcanzar con tus saltos.
Nuestra actitud hacia las cosas que nos rodean es muy importante, por eso debemos romper nuestra burbuja y, gracias a nuestras aptitudes, trabajar en nuestra mejor actitud para afrontar los acontecimientos.